¿Por qué a mí?

¿Cuántas veces no ha pasado esta pregunta por nuestra mente? Pues bien, todo sucede por una razón, quizá eso no es lo que queremos escuchar en ese momento, quisiéramos borrar de nosotros el dolor, así como algo instantáneo o mágico. Pero, ¿en realidad estamos haciendo la pregunta apropiada? Y si cambiamos la actitud y preguntamos: ¿para qué a mí? Esta pregunta podría traernos en más medida una puerta para terminar con nuestro dolor y evitar que se haga sufrimiento.

Todos estamos propensos a sentir dolor por el simple hecho de que somos seres humanos, estamos vivos y sentimos. Siempre será nuestra opción que nos duela, expresar nuestro dolor, vivirlo y salir de él. O bien, quedarnos en el dolor, martirizarnos y convertirlo en sufrimiento. Y si mejor pensamos, ¿para qué pasa esto? ¿Qué voy a ganar con todo esto que está sucediendo? Quizá de esta forma, encontremos sentido al dolor y podemos adquirir experiencia y aprender.

La gratitud es la clave

Sonará algo raro que te diga que podrías incluso dar gracias por lo que pasó, pero todo pasó por una razón y sin duda fue para que tú fueras mejor. Tal vez ahora sufres por una desgracia, la muerte de una persona, una ruptura sentimental, la perdida de algo material, el daño que causa en ti las malas decisiones de alguien más, en fin, miles de razones. Es natural sentirse triste, es natural que duela, pero si estás leyendo esto es porque estas vivo, porque estás buscando algo mejor para ti. Entonces, sé agradecido por todo lo que si tienes, por lo que hay en tu vida, por las personas que existen cerca de ti, porque hay noche, porque hay día. Por todas y cada una de esas cosas que están ahí y están para ti.

Podría sugerir hagas una lista de todo lo que tienes, cosas materiales y no materiales, voltea a ver tus habilidades y tus virtudes y agradece porque las tienes, pues hay mucha gente que soñaría con tenerlas. También agradece por tus errores, porque esos ayudan a crecer. Escribe, si eso te gusta o graba audios pero no dejes un día sin agradecer. Sal y ve el cielo, busca las estrellas, respira, deléitate con un atardecer. Dile a la gente lo que sientes por ellas, manda un mensajito si no te atreves a decirlo en persona, exprésate, hoy que lo puedes hacer. Cocina algo rico para ti. Pasa un tiempo con tus amigos o contigo. Agradece a Dios, a la madre naturaleza, al universo, a lo que creas.

Un nuevo yo

Ahora bien no se puede borrar el pasado, él estará ahí, más no para atormentarnos sino para alertarnos y recordarnos que no somos las mismas personas, pues ahora tenemos nuevas experiencias que están ahí para enseñarnos y ayudarnos a ser felices. No se puede regresar el tiempo pero se puede crear el futuro. No se trata de cerrar los ojos y pretender que no pasó, más bien es para conocernos y hacernos conscientes de la responsabilidad que tenemos en cada uno de nuestros actos. De la decisión que tenemos a cada instante que vivimos. Se trata de decir sí, sí me pasó, pero ahora entiendo para qué pasó porque entiendo el significado de las cosas y yo les doy el valor que yo decido.

Cree en ti, cree que sí puedes cambiar tu mundo y tu forma de verlo, que sí puedes volver a sonreír y sonreír para ti. Ama, ama a todo lo que puedas, ama a tu familia, a tus amigos, a tu trabajo, a la naturaleza, ama con sinceridad. En el amar esta la felicidad, quien ama en verdad no sufre ni controla pues ama así, sin esperar nada a cambio, ama por el hecho de querer el bien para los demás. Amar es servir, es dar, es desapego, es comprensión y simpatía por los demás.

Si puedo sugerir algo, busca el bien de alguien, practica acciones positivas que beneficien a los demás, purifícate y el dolor será cosa del pasado.